viernes, 4 de noviembre de 2011

La Serenissima

Si hay una ciudad que se parezca a Cádiz, aunque con más canales, esa es Venecia. Recuerdo aquella noche que tuve la oportunidad de viajar a ese lugar tan especial en la Laguna Veneta. Antes de llegar una larga carretera rodeada de agua hacía que me trasportara, como por arte de magia, al puente Carranza o por Torregorda camino a la Tacita. Me parecía mentira pero me habían hablado tanto de ella que, cual niño esperando la noche de los Reyes Magos, estaba entusiasmado por conocerla. 

Ya nos habían dicho también que en Venecia hay que perderse y, como no me gusta llevar la contraria a nadie, la primer vez que fui allí, de noche y sin un mapa, me perdí. Y me perdí no por donde el lujo te hace pensar en lo hijoputa que es la vida para algunos, que tenemos que pensar en cómo llegar a fin de mes , mientras otros se gastan los cuartos en las tiendas de Gucci para las querías.
Esa Venecia profana que sólo piensa en la opulencia y en la ostentación. Esa Venecia ingrata que esconde su interior, mientras vende su alma a los millonarios del planeta. Esa no es la que yo pude ver. Yo viví otra ciudad bien distinta. Oscura, siniestra, palpitante, oculta y constante. Un lugar que te hacía revivir los callejones, el Corralón, el Arco La Rosa..Una Venecia inquietante y que, a pesar de no saber cómo volver y hartos de cruzar un puente tras otro, el miedo nunca se apoderó de mí, porque era mayor la ilusión por estar viendo lo que veía. 

Poco quedaba para la medianoche y en aquel momento parecía que iba a aparecer un mercader o un tío con una capa y una máscara para sacarte todos los doblones que pudiera o asestarte una dentellada mortal. Pero el olor a humedad y a marisma hacían sentirme en casa. Pasamos la Academia,  la calle del Cristo y un puente y otro y otro toda almadraba de calles que reflejaban un pasado histórico y que enseñaban la vulnerabilidad de los más intrépidos.  Cuanto más me apoderaba la angustia por no saber dónde estaba, cuanto más corría el reloj, mientras mi tiempo se paraba, menos me pesaban las piernas y más sentía que volaba. Y allí, justo en ese momento, me la encontré de cara. Todo acabó con la desembocaura en la plaza de San Marcos y me devolvió a la hora y al día en que estaba. Después, como si fuera Cádiz, a coger il vaporetto para marcharse y a soñar con los puentecitos.

 Los otros días escuché a Juan Carlos decir que necesitaba para su comparsa ir a Venecia y encontrar la clave. Yo la encontré y no la buscaba . Creo que puede dar en el clavo, más allá de fichajes y de que mi ompare Arturo siga con él o mi otro ompare Hoko le diseñe. Pero si vivió una noche cual sereno, como la que yo tuve en suerte vivir, creo que sobrarán las palabras y hablarán los sentimientos para dar a conocer esa Serenissima República de Venezia.
"Donna serena corpo sinuoso, 
ho  perso la mia anima, annegare nel tuo sogno"
"Mujer serena de sinuos cuerpo,
perdí mi alma ahogado en su sueño"

1 comentario:

  1. Po la comparsa es un mojonazo muy afinado. Sería, incluso, lícito que el jurado la dejase fuera por no entender lo que dice. Que me tachen de inculto, pero quitando pasodobles y cuples (porque iba entendiendo el tema), de lo demás (que seguro que es poesía pura) no me entero.

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