sábado, 13 de julio de 2013

Zapatitos nuevos

¡Venga niña aligera que es tarde, ponte los zapatos nuevos que te compró tu madre! Hoy es el día, la noche es serena, que con olor a salitre la Feria ya llega. Se escucha calle arriba ese cante que impregna una esencia de pinos, albero y manzana de caramelo. Sultanas de coco, algodones de azúcar, garrapiñadas y almendras, endulzan el estío con la llegada del turronero. Los niños con sus padres, empapados de sorprendentes luces en la retina, los patos, el tío vivo, la noria… y esos sonidos que revisten de ecos nuestras marismas.

Dicen que ha llegado, pero que ya no es lo que era, que ahora sólo está de paso, entre rumores de ferias nuevas. No viene la noria, ni tantas atracciones buenas, no eres ni la sombra de lo que fuiste, sólo quedan luces de candilejas. Y es que cuando la tradición se va perdiendo, el pueblo se desangra. Las modas pasajeras que vienen con el levante de mayo, quizás se vuelvan en contra y dejen un solar a su paso. Lo positivo queda, que a nadie le quepa duda, pero no es óbice para acabar con años y años de historia, más que la propia ciudad independiente, más que cualquier paisano haya vivido, más que la memoria de los peces, más que del gobernante su capricho.

Y todo entorno a la Patrona ¿no se merece un respeto? Si el viento le hace reverencia, si la mar se vuelve inquieta, si el cielo se vuelve veleta, si hasta los profanos se vuelven poetas. Con cuatro duros y dos pesetas la mar dejaba de servir al marinero casi por una semana. Su Estrella de los Mares era venerada y se fundían todos en una maravillosa velada. Donde todo era risa, fantasía, bailes, amoríos y algún que otro tortazo, mientras se aviva el fuego de las tradiciones y yacían las penas de un plumazo. Más hace el que quiere que el que puede, dice un refrán y no les culpo, por eso os cuento, ávidos lectores, que si sabemos leer entre lo oculto, no debemos dejar morir lo que es nuestro, lo que era de nuestro difuntos. Cuando la mar se paraba para dar una tregua y celebrar el día, y más de tres, todos juntos. Dicen que no hay dinero, que la crisis nos afecta, siendo más verdad que la única crisis es la de ideas y de querencia por las tradiciones y costumbres de una tierra, que vivía con ansia la llegada de su fiesta.

Este día 16 me acercaré con ilusión al puerto, le pondré a mi niña los zapatitos nuevos. Le impregnaré de sensaciones para que algún día, y si el capricho no se hace dueño, pueda recordar con simpatía que cada mediados de julio, con gran alarde, llega la Feria del Carmen, la de siempre, la nuestra, la Feria de los barbateños.

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1 comentario:

  1. Amigo, el vello en pie e incluso emocionado. Han pasado muchos recuerdos, muy buenos, por mi cabeza (el último párrafo impresionante), vivencias, alegrías...añoranza y por último pena. Es una lástima no poder hacer nada (¿o sí?); como bien dices hay una crisis de ideas, pero en cualquier sitio la pobreza o la falta de recursos hace que se agudice el ingenio, ¿por qué aquí no?. No he pisado el recinto ferial todavía y tengo el mismo cosquilleo por pisarlo que cuando tenía 10, 15 o 20 años (aquí uno que pasa de los 30), cada época por motivos distintos: los cacharritos, los amigos, los ligues y amoríos y ahora una muy grande, que mi niña la pise, viva y sienta lo mismo que sentí yo. Pero dentro de la alegría que tendrá por no saber todavía ni valorar ni comparar, estará mi pena, la de su padre, por un tiempo pasado, que ésta vez, sí fue mejor. Parece que el futuro (al que quieren llamar progreso) no nos aguarda las mismas oportunidades (dentro de cada contexto) que nos brindaba nuestra tierra para nuestros niños. Del pantalón remendao de hace muchos años, a la ropa comprada en el Bahia Sur o el Luz Shopping, pasando por la ropa que te traía el ditero (o los zapatitos que nombras en tu artículo)...esta fecha, por todo lo que conlleva merece un respeto. Lo que trae el levante suele llevarselo el poniente o viceversa (y de eso aquí sabemos mucho). Quizás el hecho de que el levante haya estado casi un mes asomandose por nuestro pueblo y desaparezca de golpe y porrazo (según la previsión) para nuestra fiesta grande, donde siempre fue un fijo (¡¡Ya está aquí el levante de la feria!!, se oía por todas las calles), sea solo un presagio o un triste simil del abandono y desinterés. Solo pido que aquellos que algo tienen que hacer o hacen (o no hacen) por estas fiestas hayan sentido lo mismo que hemos sentido (tú al escribirlo y yo al leerlo) y se preocupen por un legado que bien nos cuidaron nuestros padres y abuelos y que ahora, ni nosotros ni ellos podrán dejar a sus hijos.
    Salud!

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