miércoles, 12 de junio de 2013

Cambios y Reformas


De vez en cuando en nuestros hogares nos encanta cambiar las cosas de su sitio. Así, como suena. Un día te levantas por la mañana (lo más usual, otros se levantan por la tarde y hay quien se levanta por la noche) y decides que para no aburrirte vas a limpiar tu habitación, bueno mejor vas a cambiar algún mueble. Por ejemplo, el escritorio lo movemos a la izquierda, pero como no queda bien lo colocamos justo debajo de la ventana y comienzan los problemas: no podemos cerrar la persiana. Por ello decidimos moverlo a la izquierda un poco y esquinarlo con la pared. Listo. 


Ahora le toca el turno a la cama. Primero la colocamos de tal forma que podamos observar el ordenador, después con perfecta visión a la TV. El inconveniente es que queda muy poco espacio y no te puedes ni sentar en la silla del ordenador. Bueno, pues movamos el ordenador... ¡que va, no hay forma! Retoquemos el ropero, empujemos "iiiiiiiiii"(sonido onomatopéyico que representa el hecho que el ropero pesa un... tela y lógicamente no vamos a vaciar todo el ropero, eso es tener muchos... tela) hasta el fondo de la pared. Justo al lado de la cama y enfrente del escritorio. ‘Second problem’: te da por custionarte ¿abrirá la puerta? Te diriges preocupado hacia el pomo del armario de tres puertas (de esos de oferta) y al entrar en contacto tu mano con el susodicho agarrador en cuestión, notas como un aire frío recorre tu cuerpo, ¿qué pasará?
 Por fin te atreves a abrir la puerta y… era normal pensarlo, la puerta choca con la cama y no puedes abrirla del todo. Pasemos al plan B, el cual consiste en desmontarlo todo otra vez. Esto es como el típico puzzle de piezas metidas en un estrechísimo cuadrado y que hay que mover las piezas hasta formar una imagen. Moveremos la cómoda, la verdad es que te das cuenta que está un poco apolillada. Este es tu momento, la excusa perfecta para tirarla y así hacer un hueco en el puzzle. Metes la ropa interior y otros en el armario de cualquier forma y para la basura. Nuevo planteamiento, observemos la situación y pasemos a la acción. 
Quitemos el armario, otra vez “iiiiiiiiiiiiiiii” (ahora más largo porque tiene más ropa dentro) y coloquémoslo al lado del escritorio, ubiquemos el escritorio al lado de la cama. Y la cama le ponemos atravesada. Problema resuelto. Pero ahora no puedes ver el ordenador. A cambiarlo todo. El ropero, el cajón, la cómoda, el espejo, el cuadro… 

Al final, te quedas con el escritorio en el mismo sitio, la cama donde estaba antes y el armario, más erosionado por el movimiento, justo en el mismo punto del principio. Pero eso sí, no tienes cómoda y no sabes dónde poner el televisor. Osease te has hartado de mover y lo has dejado todo igual o peor. Pues esto es sólo tu cuarto, imagínense si tienes que cambiar la imagen de un partido político. Je,je (sonido onomatopéyico que indica que me estoy jactando, ‘jartando de reir’)    

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